El aspecto general del Braco italiano debe ser el de un perro fuerte, vigoroso, no liviano, relativamente robusto, no siendo, por tanto, adecuado para las grandes y veloces marchas, pero que se mueve con un paso amplio, esbelto y constante. La cabeza, que denota una gran nobleza y que al mismo tiempo tiene una expresión fiera, mansa e inteligente, presenta los ejes cráneo-faciales divergentes entre sí y su longitud debe alcanzar los cuatro décimos de la alzada a la cruz con una caña nasal de perfil convexo. El cuello es fuerte y no demasiado largo, con una pequeña papada que nunca llega a ser excesiva ni pesada. El tronco, cuya longitud ideal es igual a la alzada a la cruz, tiene el tórax caído, profundo y amplio, y nunca debe tener la línea inferior retraída. Las extremidades anteriores y posteriores tienen una osamenta corta y son llevadas bien verticales; los pies son grandes, robustos y de forma redondeada.